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Llega el calor y comenzamos con la cosmética veraniega a tope! Quizás el cosmético que menos nos llama la atención pero es muy efectivo para la hidratación constante es la "bruma" o "mist". Unos cuantos chufs chufs a la cara, cuello o escote y parece que una brisa refrescante nos atraviesa proporcionándonos bienestar.
Muchas personas menosprecian la bruma ya que su componente principal es agua, pero los cosmetólogos consideran que es un producto ideal y esencial para aquellas personas con pieles sensibles, rosácea o dermatitis.
El agua de la bruma puede provenir de manantial o aguas termales, que son medicinales ricas en minerales y oligoelementos y tienen la capacidad de ayudar a curar o mejorar la capa más superficial de la piel. En el caso que no tengas cerca una fuente puedes elaborar tu bruma con un conjunto de hidrolatos u otros activos que vegetales
En que situaciones podemos utilizar la bruma
Las brumas según su formulación pueden tener función iluminadora, matificante, hidratante, reparadora, antioxidante, revitalizante o rejuvenecedora. La podemos utilizar como:
Os dejamos aquí la formulación básica y una fórmula más elaborada para que veas que puedes utilizar una gran variedad de activos cosméticos.
- Agua (hidrolato, aloe, agua termal etc) 88,40%
- Glicerina 5%
- Polisorbato 20 5%
- AAEE 0,40%
- Tocobiol C 0,20%
- Euxyl K712 1%
Ten en cuenta que necesitas agregar activos hidrosolubles, los activos que incrementes tienes que descontarlos del agua siempre. Intenta hacer una fórmula equilibrada en coste/calidad ya que la bruma se volatiliza mucho al tenerla que aplicarla en un spray así que tendrás una buena cantidad de producto esparcido en el ambiente y no en tu rostro.
-Aceite esencial de Incienso 0.20%
-Aceite esencial de Salvia 0,10%
-Aceite esencial de Manzanilla 0,10%
El aceite de ricino es reconocido por sus propiedades antiarrugas y su capacidad para restaurar y rejuvenecer la piel. Sus componentes nutricionales, como los ácidos grasos y la vitamina E, ayudan a estimular la producción de colágeno y elastina, dos elementos clave para mantener la piel joven y saludable.
Gracias a sus propiedades cicatrizantes y emolientes, el aceite de ricino es eficaz en el tratamiento de heridas, quemaduras y otras lesiones cutáneas. Además, ayuda a suavizar la piel y a mejorar su textura, dejándola más tersa y flexible.
El aceite de ricino posee propiedades anti-inflamatorias y antioxidantes que pueden ser beneficiosas para el cuidado de la piel. Ayuda a reducir la inflamación, aliviar la irritación y proteger la piel contra el estrés oxidativo causado por los radicales libres.
El aceite de ricino ha demostrado ser eficaz en el tratamiento de la caspa y la alopecia. Aplicado en el cuero cabelludo, ayuda a fortalecer los folículos capilares, promoviendo un crecimiento más saludable del cabello y reduciendo la aparición de la caspa.
El cabello puede verse afectado por diversos agentes externos, como la exposición al sol, el agua salada del mar y los productos químicos presentes en los tintes capilares. El aceite de ricino actúa como un acondicionador natural que ayuda a hidratar y nutrir el cabello seco, restaurando su brillo y suavidad.
El aceite de ricino es conocido por sus beneficios en el cuidado de las uñas, ayudando a fortalecerlas y prevenir su quiebre. Además, puede aplicarse en las pestañas y cejas para promover un crecimiento más rápido y espeso, brindando una apariencia más voluminosa.
Las pieles secas pueden beneficiarse de las propiedades hidratantes y calmantes del aceite de ricino. Su aplicación regular ayuda a retener la humedad en la piel, aliviando la sequedad y proporcionando una sensación de suavidad y flexibilidad.
El aceite de ricino puede ser un aliado en el tratamiento de diversas afecciones cutáneas, como quemaduras, abrasiones, acné, erupciones, verrugas, estrías y pie de atleta. Sus propiedades anti-inflamatorias y cicatrizantes contribuyen a acelerar el proceso de curación y mejorar la apariencia de la piel.